diciembre 06, 2015

22.-




En ocasiones pienso que he descubierto el fuego cuando la noche me es oscura, puedo encenderlo y cobijarme en el, miro su color y forma, veo como flamea hacia lo alto, ahí te veo en tu habitación iluminada por los rayos que se abren paso entre el cerezo y el limonero, veo que despiertas y levantas esa pesada cobija. Limpias tus ojos del cansancio, te sientas en el borde de la cama, piensas en los deberes, comienzan tus pasos de bailarina a tratar de encontrar tu vestuario entre el desorden, burdeos o terciopelo da igual, siempre eliges el adecuado, siempre serás el fuego.

abril 13, 2015

21.-



Después de pasear por las montañas azules, comenzaste a besarme profundamente, tus labios húmedos se convertían en mi deleite, aquella delicadeza propia de tu persona se apoderaba de mí nuevamente. Ansiaba morder tus labios, tus comisuras se transformaban en una fuente inagotable de placer, en el marco de mi jardín comenzaba a acariciarte lentamente, primero tu pelo, luego tu cuello, tus hombros, nuestras manos se entrelazaban como símbolo de victoria. Nos posamos frente a mi historia, tras tu espalda, nos observaban como testigos Marx, Simone de Beauvoir, Cortázar, testigos que ambos conocíamos de sobra. El cielo comenzó a llenarse colores móviles, el amarillo poseía una luna y tú la observabas perpleja entre el placer y el universo de tus ojos. Cuando volviste, tus movimientos se coordinaron de manera perfecta con aquella triste canción, tus senos, tu espalada, tus clavículas, tus costillas eran un todo orgánico que danzaba bajo un haz de luz. Mis pensamientos y mi cuerpo te deseaban como la primera vez, y mi corazón al ritmo de sus latidos me decía nunca la dejes ir.

marzo 30, 2015

20.-




¿Y conseguiste lo que
 querías de esta vida?.  

Lo conseguí.  
¿Y qué querías?  
Considerarme amado, sentirme Amado en la tierra.

julio 09, 2012

19.-




Vous êtes tous de poètes et moi je suis du côté de la mort

He dejado de pensar seriamente en el suicidio. Después de caminar largamente por la rivera del  Aniene, y meditarlo una y otra vez, he decido que no existen motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir. Y es que la verdad ya pase la niñez, y si uno desea quitarse la vida debe hacerlo con prontitud, es decir, cuando se es todavía un niño, hacerlo más tarde es algo ligeramente ridículo, pues no se puede seguir siendo tímido cuando se tienen ya más de siete años.

octubre 20, 2011

18.-


De pequeño presentía que algo no andaba bien. Cuando comencé a salir a la calle, a jugar sus pichangas, entendí que algo en verdad no andaba bien. Éramos pobres. Nuestros padres no ganaban lo suficiente, siempre se llegaba a fin de mes con las uñas. Fideos y arroz era el menú diario. Comprendí que no había nacido en cuna de oro, y que nuestros caminos eran más ripiosos que los de una minoría. No teníamos nada que perder, ningún suntuario, ninguna propiedad. Pero teníamos algo, nuestra identidad, nuestra historia y por sobre todo nuestra imaginación. Nos raspamos rodillas una y mil veces en la calle, pero siempre nos levantábamos, a ratos lloramos y en otras nos aguantamos el llanto hasta más no poder, pero siempre nos levantábamos y de la mano de un compañero. Las micros amarillas eran nuestra segunda casa, nos trasladaban a nuestro paseo juvenil. Caminábamos con agilidad en el paseo humada, recordábamos a Lihn en cada paso. El cesante, el predicador, el junior, la secretaria, el ciego era nuestra fauna común, éramos jóvenes animales conociendo su terreno. El humo y el olor toxico nos comenzó a inundar y la contención no pudo mas, nos desbordo y nos llenaron a su vez con algo. Los rasgos marcados, las manos destrozadas comenzaron a ser nuestros holas. Nadie nos decía que era ese algo, ese algo nos daba un sabor amargo a diario, fuimos condenados a un letargo. Soñábamos y eso nos mantenía vivos, soñábamos salir de allí, pintábamos cuadros sobre el cielo, porque incluso el hasta el mismo cielo queríamos asaltar. No había lugar para nosotros, éramos los desplazados a un exilio de placeres. Hoy cuando amarramos nuestras zapatillas, cuando nos vestimos de negro, cuando forjamos la última sonrisa en la cuneta y hacemos ese nudo detrás de nuestra cabeza, sabemos que es ese algo. Ira.