octubre 20, 2011

18.-


De pequeño presentía que algo no andaba bien. Cuando comencé a salir a la calle, a jugar sus pichangas, entendí que algo en verdad no andaba bien. Éramos pobres. Nuestros padres no ganaban lo suficiente, siempre se llegaba a fin de mes con las uñas. Fideos y arroz era el menú diario. Comprendí que no había nacido en cuna de oro, y que nuestros caminos eran más ripiosos que los de una minoría. No teníamos nada que perder, ningún suntuario, ninguna propiedad. Pero teníamos algo, nuestra identidad, nuestra historia y por sobre todo nuestra imaginación. Nos raspamos rodillas una y mil veces en la calle, pero siempre nos levantábamos, a ratos lloramos y en otras nos aguantamos el llanto hasta más no poder, pero siempre nos levantábamos y de la mano de un compañero. Las micros amarillas eran nuestra segunda casa, nos trasladaban a nuestro paseo juvenil. Caminábamos con agilidad en el paseo humada, recordábamos a Lihn en cada paso. El cesante, el predicador, el junior, la secretaria, el ciego era nuestra fauna común, éramos jóvenes animales conociendo su terreno. El humo y el olor toxico nos comenzó a inundar y la contención no pudo mas, nos desbordo y nos llenaron a su vez con algo. Los rasgos marcados, las manos destrozadas comenzaron a ser nuestros holas. Nadie nos decía que era ese algo, ese algo nos daba un sabor amargo a diario, fuimos condenados a un letargo. Soñábamos y eso nos mantenía vivos, soñábamos salir de allí, pintábamos cuadros sobre el cielo, porque incluso el hasta el mismo cielo queríamos asaltar. No había lugar para nosotros, éramos los desplazados a un exilio de placeres. Hoy cuando amarramos nuestras zapatillas, cuando nos vestimos de negro, cuando forjamos la última sonrisa en la cuneta y hacemos ese nudo detrás de nuestra cabeza, sabemos que es ese algo. Ira.

octubre 13, 2011

17.-


Allí justamente, allí estará tu cuerpo. En ese gran fondo blanco te podría pintar, si seguramente te podría pintar. La acuarela, en mis manos trazaría colores inimaginables acerca de tu cuerpo. Iniciaría con muchas letras en tus pies, textos y citas porque así te conocí también a través de tus escritos. Luego estructuraría tus tobillos con noches de baile y luces de neón, escucharía música británica para hacer dicho acto. Tus pantorrillas florecerían rojas, rojas como tu rubor cuando nos tendíamos en el pasto. Tus rodillas serian del color del puerto, recorriendo cafés y calles. Tus muslos serian del color de nuestras manos, las que se posaban en tus muslos cada vez que estaban juntas. Tu vientre, sería el centro de todo, coexistirían una mezcla de colores tal que superaría a las obras de todos los grandes que habitan tu habitación. Tus senos, serian pequeñas lagunas donde se puede beber de aquel elixir placentero. Tus brazos serian un gran abrazo y de colores cálidos. Tu cuello tendría una apariencia dulce, como aquellos tés y pasteles de media tarde. Tu rostro, lo retocaría de suaves rasgos, finos, muy finos trazos, colorearía tus pequeños ojos pero con un mar negro bajo ellos. Tu cabello seria un mapa de estrellas, porque es como el infinito, sería la mejor noche estrellada.

octubre 10, 2011

octubre 01, 2011

15.-


Todo esto puede ser un carnaval de ahora en adelante. Carnaval de alegrías y sonrisas permanentes, claro podría serlo perfectamente. Podría subir a aquellos caballos y girar entregado a las luces, podría subir y bajar miles de veces en aquella rueda, mirar el cielo y el suelo en unos segundos. Sería una noche perfecta, podría adecuarme a esto, podría actuar sintiéndome cómodo a la situación, pero creo que no. Fácil resultaría negarme a tus recuerdos, pero nunca una bocanada de humo podrá borrarte. Aquellas noches en que las luces de colores ocupen mi habitación, te ignorare permanentemente.