
Santiago:
Es ver pasar las luces reflejadas una y otra vez.
Sucede que cerré la puerta nuevamente, sin querer hacerlo esta vez. En esta ocasión era imperioso dejarla abierta para que el viento emancipador hiciera su trabajo, pero me equivoque. Y es que durante largo tiempo mantuve sellada aquella puerta, clavada con fuertes vigas porque temía que la derribaran, poco a poco retiraba los clavos y quitaba una a una las vigas, sin apuro, porque esta vez sentía que había luz al otro lado. Cuando di el primer giro a la perilla mire con cautela por la ranura, sentí calor y tranquilidad, al fin podía abrirla y entregarme de pleno a aquel destello. Me predisponía a cruzar el umbral cuando de pronto todo se torno oscuridad, temí, y di un paso atrás, como un acto casi involuntario cerré aquella puerta, ahora en medio de la oscuridad busco las vigas nuevamente.